Durante mucho tiempo pensé que ser mamá iba a ser algo natural, casi instintivo. Pero cuando mi hija nació, me encontré en un lugar que no me habían contado: con amor infinito, sí, pero también con ansiedad, culpa, y una sensación constante de no estar haciéndolo “lo suficientemente bien”.Hubo un momento en especial que marcó un antes y un después: un episodio de mucho susto con mi bebé, completamente sola, que dejó en mí una huella emocional profunda.

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Desde entonces, empecé a tener sobresaltos, pensamientos intrusivos, y a sentirme completamente desbordada. Lo que debía ser uno de los momentos más felices de mi vida, me tenía agotada, asustada y desconectada.Como psicóloga, sabía muchas cosas en teoría. Pero necesitaba algo más. Necesitaba sanar mi propia historia, aprender a regular mi sistema nervioso, reconciliarme con mi niña interior, y empezar a maternar desde un lugar más humano y compasivo.

 

Poco a poco, fui encontrando el camino… no perfecto, pero sí más consciente y liviano.Hoy acompaño a otras madres a hacer lo mismo. No porque tenga todas las respuestas, sino porque he estado ahí. Porque sé lo que se siente gritar y arrepentirse, sentir que te estás perdiendo la infancia de tus hijos, y soñar con una maternidad más tranquila, más amorosa, más real.Si estás aquí, no es casualidad. Bienvenida a este espacio en el que puedes soltar la exigencia, darte permiso de ser tú, y aprender herramientas que te acompañen en el día a día. No estás sola.